Todo es y nada a la vez, puede que los días se sientan infelices por el mal uso que se le dan, pero eso es culpa nuestra, la condición humana hace que todo luzca tan superficial. Yo no lo veo así, sino peor. Palabra tras palabra, efecto de ajenjo en cada sílaba, los acentos empalan los mejores sentimientos y las comas cuando resuenan se demoran más que el mismo tiempo. Tú, el experto que sólo hizo un buen intento y yo, yo mejor no digo nada.
Los momentos se quedan en solo instantes, luz neón en mis ojos destello a tu oscuridad. Te levantas y el jardín sigue en su lugar, eso ya me cansó. Extraños pasan detrás de mi casa, algún día preguntaré sus nombres. No es el temor a ser distintos si no a ser iguales. El calor fastidia, pero el tuyo me consumió. Una practica eterna para mejorar, ya no interesa el color de tus ojos, ni la caída de tu cabello, el olor de tu cuerpo, mucho menos la humedad de tus labios. Claro, que si todo fuese más sencillo, no tendría porque escribir esto. Sólo quedaron nuestras sombras enmarcadas a la pared. La libertad se redujo en montón de palabras, al menos para nosotros. No todas las historias tienen buen final, pero contigo fue un buen clímax.
Y el dijo:
-¿Te puedo besar? -No, ve cómo andas, no hagas cosas de las que después te vayas a arrepentir -No me arrepiento de nada
-Y el me beso.
Lo bueno de los vacíos es que siempre hay algo con qué llenarlos.
Y frecuento ausencias para encontrarme. No soy tus ganas, no soy tu vecino, no soy tu salida ni tu entrada, no soy tu fuerza pero si tu debilidad, no comimos juntos pero hicimos el amor, no soy tu burla, no soy tu ambición, tampoco soy tu deseo. Hubiese querido ser más breve. Es el lánguido amor que te tengo, hasta hoy. De ahora en adelante contaré mis días y morderé recuerdos. Qué mi mente se expanda hacía el universo. Yo no pertenezco aquí.
Las letras nunca se han escrito solas.